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Consigue la aceptación plena de tu cuerpo, aprende a mantener una relación de naturalidad y gozo con él y con el de tu pareja. Reconéctate con el placer de tener un cuerpo físico y apoyándote en la respiración, movimiento y sonido, crea, moviliza y expande el gozo.
Mi propuesta es sanar la mirada al cuerpo como el templo divino que es, donde aprender a tener una relación sexual con la pareja o con uno mismo como un acto sagrado que te conecta con la energía creadora, una forma de experimentar la unión con nuestro ser interior, con el de la pareja y lo divino. Aprender a disfrutar de los sentidos, desde la presencia, la entrega y el reconocimiento, ampliará nuestra capacidad de disfrute y placer, abriéndonos a la experiencia del momento tal como es, libre de juicios, culpas y expectativas.
Al hablar de sexualidad vamos a incluir los aspectos más físicos de la misma, como el impulso sexual dirigido al goce inmediato y la reproducción, hasta los más sutiles, como el deseo de contacto físico amoroso, de comunicación emocional o de unión espiritual. Mi propósito es integrar desde la expresión de las glándulas endocrinas y la genitalidad que controlan hasta la plenitud del goce de sentirnos hombres o mujeres.
Tratar de separar nuestra presencia humana en el mundo, de su componente sexual, es una grave disociación y un acto de desconocimiento que afecta a nuestro inconsciente vital, es una forma de negar nuestra identidad humana. La vida se despliega gracias a la sexualidad; de ella venimos, así pues es la energía del universo, es la que contribuye a la generación de la vida y al mantenimiento de las especies.
En la actualidad, son pocos los que se cuestionan su manera de vivir la sexualidad desde la consciencia. La mayoría partimos de una herencia cultural limitante y de un modelo social y religioso castrante, que limita mucho el ámbito en el que desarrollamos nuestra capacidad sexual.
Mi propuesta es sanar la mirada al cuerpo como el templo divino que es, donde aprender a tener una relación sexual con la pareja o con uno mismo como un acto sagrado que te conecta con la energía creadora, una forma de experimentar la unión con nuestro ser interior, con el de la pareja y lo divino.